A partir de la década de 1950, las precarias condiciones de vida de la posguerra impulsaron las primeras movilizaciones
contra el régimen, entre los que destacaron la huelga de tranvías de
Barcelona (1951) y la de los mineros asturianos de 1958.
Los cambios de la década de 1960, y sobre todo de la década de 1970, propiciaron un aumento significativo de la oposición
al régimen. La sociedad española empezaba a perder el miedo a la
dictadura y las manifestaciones en las calles aumentaron, así como los
actos contra el régimen y la conflictividad laboral.
El crecimiento del número de asalariados y al organización
de los sindicatos clandestinos dio lugar a un aumento de los conflictos
laborales. En el año 1962 se produjeron las primeras huelgas
importantes en Asturias, Cataluña, Andalucía y el País Vasco, que
aumentaron notablemente en la década de 1970.
La Universidad
fue también uno de los principales focos de oposición antifranquista.
En 1965 tuvieron lugar las primeras movilizaciones estudiantiles
importantes en Madrid y en 1966 se creó en Barcelona el Sindicato
Democrático de Estudiantes (SDEUB), que se oponía al franquista Sindicato Español Universitario (SEU).
La
Iglesia Católica vio surgir en su seno grupos disidentes del
franquismo. La actividad de grupos cristianos ligados al mundo obrero
(Juventud Obrera Cristiana) y la nueva actitud de parte del clero evidenciaron que la Iglesia española ya no era monolítica como sustento ideológico del régimen.
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